Enjambre

Nadie sabe de dónde vinieron. Llegaron por miles viajando a través de las tuberías de agua, como un enjambre. Apenas se les distinguía, sin embargo su presencia era evidente por dolorosa. Se encarnaban en la piel, se introducían por todos los orificios corporales; irritando, desgarrando, alimentándose. Seguían los caminos húmedos, llegaban a meterse por la uretra y viajar hasta la vejiga, los riñones y finalmente… la sangre. La sangre es lo que buscaban con más avidez, al parecer era su alimento favorito. La víctima desahuciada no podía más que en medio de aquel terrible sufrimiento esperar la muerte o más bien, desearla. Desearla con el mismo furor y vehemencia con que ellos deseaban la sangre, la carne y la vida de su desdichada presa. Vida que tomaban poco a poco tomándose su tiempo, con la paciencia de quien sabe que ha ganado, que es invencible o inconsciente de su propia existencia como una máquina sin propósito o con el despropósito de causar el mayor dolor posible durante el mayor tiempo posible. Así como llegaron se fueron, nadie sabe a dónde.

Morpheus Amorfo